La publicidad, una de las herramientas más extendidas del marketing, tanto online como offline, basa parte de su efectividad en que sea creativa y sorprendente, es decir, que llame la atención. En los últimos tiempos, y con un declive de la inversión publicitaria más que evidente, una creatividad llamativa e impactante a veces ya no es suficiente y se recurre al formato para intentar atrapar al consumidor. El resultado es una publicidad intrusiva y no necesariamente eficaz.
En los medios convencionales como la prensa, la radio y la televisión, la publicidad forma parte del contenido, de una forma ya asumida por parte de los receptores. En algunos casos puede resultar más o menos tediosa por su duración (en el caso de los medios audiovisuales), pero al fin y al cabo el soporte a través del cual se recibe es adquirido de forma consciente para consumir contenidos externos, ya sean informativos, de entretenimiento, culturales o publicitarios, etc.
Este hecho también es aplicable a Internet, sea cual sea el dispositivo a través del cual se accede: ordenador, tablet o smartphone. El internauta busca en las diferentes páginas, aplicaciones, etc. diversos contenidos o funcionalidades y es consciente de que entre ellos encontrará mensajes publicitarios en diferentes formatos.
Es cierto, sin embargo, que algunos de esos formatos, ya se han convertido en publicidad intrusiva al superponerse al contenido que el usuario quiere encontrar, con el objetivo de llamar su atención, ante la insuficiente eficacia del banner convencional.
Sin embargo la percepción del consumidor nunca puede ser la misma cuando el soporte en el que se reciben los mensajes publicitarios es una herramienta al servicio de su vida personal o de su intimidad.
Por ejemplo ¿a quién no le desagradan las constantes llamadas de call centers situados en países extranjeros, que por la diferencia horaria contactan por teléfono a las 10 de la noche, para vendernos una magnífica tarifa que nos va a suponer un ahorro extraordinario? Esa llamada a un número personal, en un horario en el que generalmente se disfruta de la vida privada, en muchas ocasiones se percibe como una publicidad extraordinariamente intrusiva.
Otro ejemplo ¿a quién no le desagradan los comerciales que se presentan en la puerta de casa para ofrecernos un cambio de tarifa en servicios energéticos como luz o gas?. Esa visita no deseada, ni prevista, es una acción comercial muy intrusiva, que provoca desconfianza e incluso rechazo y que se considera una intromisión innecesaria en un espacio totalmente privado como es el propio domicilio.
Ya en la esfera online, uno de los clásicos es el spam, pero los filtros antispam y el mayor conocimiento por parte de los usuarios, hace que la eficacia de estas estrategias, que muchas veces son delictivas porque su objetivo es la estafa, estén identificadas y sean facilmente desechables.
Una de las últimas tendencias de la publicidad intrusiva es la recepción de mensajes publicitarios en la aplicación WhatsApp. Cuando el símbolo de esta aplicación nos indica que hemos recibido un mensaje, ningún usuario se resiste a abrirlo, esperando encontrarse el número de un amigo, familiar, etc. sin embargo, aparece un número desconocido con un mensaje publicitario.
Una vez más, una aplicación concebida para la comunicación fundamentalmente personal, se utiliza como soporte publicitario. Cabe preguntarse ¿realmente compensa el resultado de este tipo de publicidad intrusiva frente a la repercusión negativa que puede producirse en la propia marca?
Pido a EL MUNDO y también al ABC que por favor no acaben con el periódico con toda la publicidad agresiva e intrusiva que están poniendo por todas partes y que dificulta o impide la lectura plácida del diario. Es excesivamente desagradable y podemos terminar prefiriendo no entrar nunca a EL MUNDO ni al ABC, por ser periódicos dificilísimos de ver e imposibles de disfrutar, porque vamos a ver, ¿quién “disfruta” de esos vídeos y anuncios que se nos atraviesan constantemente impidiendo que leamos lo que estamos interesados en leer? ¿Quién consigue “disfrutar” de semejante error?