Ropa de gala, voces afinadas y banderas de todos los países participantes inundaron este fin de semana uno de los grandes eventos musicales europeos y a sus invitados: Australia, Reino Unido, Armenia, Azerbaiyán, Georgia e Israel ¡Efectivamente, estamos hablando de Eurovisión 2023!
En la gala anterior, terminamos siendo terceros, tras lo que denominamos el channelazo, quedando por detrás de Reino Unido y la ganadora Ucrania. Es bien sabido que en Eurovisión es tradición que el ganador sea el encargado de organizar la siguiente edición, pero, por razones obvias, Ucrania tuvo que rechazar ser la organizadora. Por tanto, esta nueva edición fue organizada por Reino Unido, que decidió celebrarla en Liverpool.
A pesar de que la organización corrió a cargo del Reino Unido, los guiños y los mensajes hacia el conflicto ruso-ucraniano fueron protagonistas de esta edición, llena de storytelling, estrategias de fidelización e interacción.
Un festival, cada vez, más participativo y más fidelizado
En España, despertamos nuestra euforia eurovisiva cuando escuchamos las palabras Benidorm Fest, es decir, la fase de selección de nuestro representante, mediante una votación mixta entre el jurado profesional (50%), el voto demoscópico (25%) y el televoto (25%).
Una vez que la edición arranca, dan comienzo las dos semifinales, en las cuales participan 15 y 16 países, respectivamente. Los países seleccionados se enfrentaron a los “Big Five”, es decir, participantes con pase directo a la final, entre los cuales estaban: España, Francia, Alemania, Italia y Reino Unido. En esta fase, es donde se encuentra la primera novedad respecto a la participación. Por primera vez, el pase a la final se ha decidido, únicamente, por los fans, sin importar el lugar de procedencia o si su país forma parte del festival.
La siguiente novedad se encuentra en la fase final, en la que el peso del voto popular es del 50% (el famoso televoto), junto al 50% restante, procedente del voto profesional de cada país.
Mediante estas acciones, Eurovisión consigue fidelizar al público, manteniéndonos enganchados a todos los procesos y, por otra parte, nos hace un poco más protagonistas, haciendo que el voto de la audiencia tenga un papel casi decisivo. Consecuencia de la buena marcha de este sistema es que 6 países, y creciendo, ya organizan su propio festival de selección de candidatos.
Storytelling, un clásico de Eurovisión con un objetivo claro
Eurovisión es un espacio en el que muchos artistas reivindican y mandan mensajes a través de sus canciones (obviamente, nunca falta una balada de amor como el Ai Coraçao que presentó Portugal a ritmo de cabaret o la canción ganadora, de la que en breve hablaremos), pero, este año, las reivindicacione consistieron en llamamientos al empoderamiento femenino, con el Unicorn que traía Israel; a la aceptación, como Queen of Kings de Alessandra, representante de Noruega y, por supuesto, llamamientos a la paz, ya que aún seguimos recuperándonos de la actuación paródica que presentó Croacia, con Mama.
Sin embargo, la ganadora de esta edición ha venido de la voz de una ya conocida ganadora, Loreen, con su tema Tatto, una canción en la que habla, en tono positivo, del fuerte vínculo de las relaciones de pareja, en una sociedad que, cada vez, establece relaciones más fugaces.
Estas reivindicaciones no solo se hacen mediante la letra de las canciones o el video de presentación; cada vez son más los artistas que hacen de su puesta en escena una declaración de intenciones y logran amalgamar todo, en una actuación que se queda, no únicamente en nuestras retinas, sino en nuestra memoria ¿Y no es ese el verdadero objetivo?
Andrea Arroyo
Técnico de Comunicación en Avance Comunicación