La comunicación disruptiva es una de las herramientas más potentes para destacar, conseguir visibilidad y atraer a los auténticos públicos potenciales. También es una de las más arriesgadas y tiene consecuencias, como el rechazo del público contrario y el posible impacto que pueda causar en la imagen de marca.
En este episodio de Píldoras de Comunicación hablamos de comunicación disruptiva, las claves para utilizarla con éxito y cómo desarrollar una estrategia eficaz.
TRANSCRIPCIÓN DEL EPISODIO:
En los últimos años el concepto de comunicación disruptiva ha ido ganando terreno en la comunicación corporativa, por su gran efectividad a la hora de captar la atención y generar un fuerte impacto en la audiencia.
En este episodio de Píldoras de Comunicación vamos a describir qué es la comunicación disruptiva, cuáles son las claves de su éxito y cómo desarrollar una estrategia de comunicación disruptiva eficaz.
La comunicación disruptiva se caracteriza por romper con las normas, desafiar lo convencional y, en muchas ocasiones, pasar por alto lo políticamente correcto. El objetivo es dejar huella en la mente del público, removiendo sus emociones, sorprendiendo y provocando.
Si, habitualmente, para que la comunicación tenga éxito es necesario conocer al máximo a los públicos y definir de forma muy clara al llamado buyer persona o cliente ideal, cuando se quiere utilizar una estrategia de comunicación disruptiva esto es aún más importante, ya que el efecto inmediato de este tipo de comunicación es que provoca polarización, atrayendo y produciendo rechazo a partes iguales. En consecuencia, es fundamental atraer al público apropiado, conociendo sus necesidades, valores, aspiraciones y deseos, incluso los más profundos e inconfesables.
Otro factor importante es tener una comprensión profunda del contexto y del entorno en el que se va a desarrollar la comunicación disruptiva. Conocer las tendencias, los cambios sociales, la tecnología, el contexto ideológico o cualquier otro factor que pueda influir en la percepción del mensaje. El concepto de disrupción depende, siempre, del contexto en el que se aplica: depende de los países y territorios, de las culturas, de las creencias, de las ideologías, etc.
En este punto es importante destacar que la disrupción es más compleja de conseguir, cuanto más abierta sea la realidad social. Por ejemplo, en el contexto actual de muchos de los países considerados “avanzados”, la imposición de lo políticamente correcto hace que sea más sencillo llegar a un mensaje disruptivo. Solo es necesario comparar el humor de hace unas décadas, las canciones, los programas de televisión, etc. para ver que muchos de los mensajes emitidos y, sobre todo, las formas, serían impensables hoy en día.
La creatividad es otro aspecto muy importante en la comunicación disruptiva. Es necesario explorar nuevas formas de expresión, tanto desde el punto de vista del contenido, como del formato. La originalidad, la innovación y la sorpresa son muy importantes, en este sentido, para conseguir destacar en un entorno completamente saturado de mensajes y contenidos.
Por otro lado, la comunicación disruptiva no conseguirá su efecto si no resulta creíble y auténtica. Para que no sea percibida como una estrategia más, la comunicación disruptiva debe ser totalmente coherente con la marca, con su personalidad, con su propósito y valores, evitando la manipulación y el engaño. Sin transparencia y coherencia, cualquier acción de comunicación y especialmente de comunicación disruptiva, fracasará.
Por supuesto, para que la comunicación disruptiva tenga éxito, deben tenerse claros los objetivos, que pueden ser variados, desde visibilizar la marca, cambiar la percepción del público sobre un determinado tema, potenciar un determinado posicionamiento, ganar autoridad, etc. Esto ayudará a enfocar el mensaje mucho mejor.
Como ya sabes, en el mundo actual, captar la atención de la audiencia es cada vez más difícil, debió la saturación de contenidos y canales. Por eso, la comunicación disruptiva es una herramienta muy potente para conseguirlo, pero no es una estrategia adecuada para todas las marcas o todas las situaciones.
Apostar por la disrupción requiere un enfoque audaz, en un entorno muy propenso a la crítica y a la cancelación. Hay que estar dispuesto a asumir riesgos, desafiar las normas, alejarse de las estrategias tradicionales y adentrarse en lo provocativo, lo impactante y, muchas veces, lo controvertido.
Como decía anteriormente, en el contexto actual puede resultar relativamente sencillo encontrar argumentos disruptivos, debido al pensamiento “woke” imperante y, además, hay otra ventaja: no todos se atreven, por miedo a ofender o a ser criticados, por lo que existe un amplio espacio para poder aplicar estas estrategias. Sin embargo, hay que ser conscientes de los riesgos y estar dispuestos a asumirlos.
Iniciar una estrategia de comunicación disruptiva no se trata solo de hacer una acción puntual y luego olvidarse, ya que no sería creíble. Se trata de construir relaciones a largo plazo y mantener el interés mediante una comunicación continuada, por lo que se requiere una adaptación permanente y un afán constante de polarización, llevando los argumentos al máximo extremo que permita la coherencia con la esencia de la marca.
Recuerda que el cimiento fundamental de la disrupción es polarizar, para producir la máxima atracción y el máximo rechazo, al mismo tiempo, sin miedo a polemizar, a tocar temas candentes o sensibles o a remover emociones y sentimientos. La ventaja de todo esto es que se capta la de forma efectiva, se consigue visibilidad y destacar sobre los demás y se deja una huella duradera en la mente del público.
Se trata de agitar, de tal manera, que atraigas a un determinado público, a costa de disgustar, profundamente, al público contrario.
Si tenemos que hablar de ejemplos de comunicación disruptiva, no podemos dejar de comentar la famosa campaña: “Póntelo, pónselo”, que ha cumplido más de 30 años y que se convirtió en uno de los eslóganes más famosos de la publicidad en España. La campaña, de los Ministerios de Sanidad, Educación y Asuntos Sociales mostraba una escena en la que el director de un colegio enseñaba un preservativo y preguntaba quién era su dueño. Todos los alumnos y alumnas se levantaban, sucesivamente, confesando que era suyo.
En aquel momento, una campaña dirigida a adolescentes, con un mensaje tan explícito, era algo muy transgresor y más, teniendo en cuenta que no solo se dirigía a los chicos, si no también, a las chicas. Como decíamos anteriormente, el contexto es fundamental, porque el concepto de “disrupción” varía. De hecho, hoy en día, esta campaña se vería de una manera muy diferente.
La conmoción social fue inmediata. Se criticó desde diversos sectores, sobre todo los más conservadores, se llegaron a romper las vallas publicitarias del metro y los autores del spot llegaron a recibir amenazas. A pesar de que España ya disfrutaba de libertad y democracia, había temas muy conflictivos que provocaban gran controversia. Hoy en día, como decíamos, campañas como esta no causarían el mismo efecto.
Es destacable, además, que, en un mundo completamente online, sin redes sociales ni ningún otro canal digital de comunicación, esta campaña provocó tal polémica, que eso fomentó un mayor impacto de su mensaje y, aún hoy, se recuerda.
Esta campaña, por tanto, tiene todos los ingredientes de la comunicación disruptiva: trata un tema controvertido y en cierto modo tabú, en aquella época, como son las relaciones sexuales en los adolescentes. Fue una campaña arriesgada y auténtica, dirigida a un público muy concreto, como son los adolescentes, con un objetivo también claro, como era extender el uso de métodos anticonceptivos, tanto para la prevención de embarazos, como de enfermedades de transmisión sexual.
Terminamos este episodio de Píldoras de Comunicación, esperando que te haya resultado inspirador. Te espero en el próximo.