¡Ahh vaya invento, qué palabra, qué acierto!
Metaverso: ‘por encima o más allá del universo’, y más allá de sus reglas y normas en el amplio y abstracto sentido del concepto. Eso tan sencillo de decir y tan difícil de conseguir. Lo que en el futuro pretende acaparar nuestro tiempo y atención, donde, básicamente, seremos todopoderosos y todo nos hará sentir mejor. Lo reconozco, a mí esto me da miedo, pero ¿es este el Metaverso que nos espera o el que imaginamos?
Un universo en internet que englobará múltiples entornos virtuales, para multiusuarios y con carácter persistente e inmersivo, en el que nada dentro se detendrá. Estará permanentemente operativo y disponible en el mismo punto en que se dejó tras la última conexión del usuario.
Cómo se ha ido cociendo
El momento en que se ha lanzado la carrera para desarrollar este futuro universo virtual paralelo al nuestro, no ha sido casualidad. Recordemos que vamos camino de ser una sociedad planetaria global y cada vez más permeable, en la que desde hace años estamos asistiendo a cómo se están sentando las bases para implantar una nueva cotidianidad, de la que cada vez somos, de forma voluntaria e inocente, más partícipes. Queremos estar (o no) más conectados, lo que implicará estar más controlados. Con la llegada del 5G para el internet de las cosas, se abrieron las puertas a un sinfín de aplicaciones que nos facilitarán la vida, al tiempo que las relaciones humanas se harán más complejas. El boom de la conectividad y la interacción se van instalando en todos los aspectos de la sociedad.
En ese entorno, y de momento con limitaciones, se muestran aspectos de nosotros y de nuestra sociedad en un plano que traspasa y amplía nuestras capacidades. Empezó desde el aspecto más lúdico, mediante el desarrollo de videojuegos futuristas cada vez más inmersivos, que se experimentan en primera persona como protagonistas de una irrealidad evasora de nuestra propia realidad. Además, ya podemos encontrarlos en eventos corporativos que ofrecen experiencias multisensoriales. O los avatares, que están tan extendidos y aceptados en cualquier interacción en redes sociales y con los que nos permitimos no dar importancia a sus gestos, actos y apariciones, no como nuestros gestos y actos, si no como algo divertido que proyecta nuestras personalidades de manera velada. Después, la realidad aumentada, que ha sido, y es, un puente entre lo real y lo virtual, dos mundos unidos pero atrapados, por tiempo limitado, supongo, dentro de la pantalla de un smartphone o tableta.
Más tarde llegó el asalto al mundo financiero con el nacimiento de las criptomonedas, esos activos digitales a los que se les ha dado imagen de moneda, para que al menos entendamos una ínfima parte de lo que son, con las que hoy día operan de manera encriptada a través de blockchain, sin el respaldo de ninguna regulación financiera tradicional, con más sombras que luces y con las que, hoy en día, el bueno de Mario Bros no puede comprarse ‘vidas extras’.
El desarrollo de los superconductores y la nanotecnología ha sido otro factor impulsor de la hiper-conectividad a la que nos enfrentaremos. La publicidad abandonará para siempre los soportes físicos, para acompañarnos allá donde estemos. La ropa que vestiremos llevará nuestra huella digital y a través de ella las marcas nos ofrecerán lo que nos interesa de verdad, a nuestro paso por la calle, saludos, ofertas y promociones estarán presentes constantemente para nosotros. Pero también la manera en que haremos nuestras gestiones personales o administrativas estarán condicionadas. Está por ver cómo se logra un mínimo equilibrio para evitar la sobresaturación de información y la pérdida de intimidad o anonimato.
Os dejo el enlace a un interesante documental sobre El internet de las cosas que vi hace algún tiempo.
Los visionarios apuestan por el Metaverso
Pero, ¿por qué M. Zuckerberg ha invertido la mitad de su fortuna en esta apuesta? Se calcula que desde que anunció la creación de su Meta, ha invertido en su desarrollo 27.000 millones de dólares, o lo que es lo mismo, la mitad de su fortuna. Pero no solo él, las grandes marcas tecnológicas están viendo el enorme potencial en esta nueva internet donde nada será como hasta ahora. Microsoft Corporation, NVidia Corporation, Autodesk, Epic Games son algunos pesos pesados de esa industria tecnológica que están inmersos en el desarrollo de esta nueva internet.
Lo que parece claro es que la visión 3D es el núcleo de todas las interacciones futuras dentro del Metaverso. Tan cierto como que, para llegar a un grado satisfactorio de experiencia inmersiva, se va a invertir mucho en desarrollo de software y hardware para permitir mostrar los entornos de la manera que el usuario se imagina hoy en día. El desarrollo de gafas y equipos cada vez más portables, irán encaminados a conseguir convertirlos en un complemento más en nuestro vestuario. ¿Dejaremos de ir con la cabeza agachada y la mirada clavada en la pantalla del móvil, para caminar con gafas VR y las manos libres?
Aspectos colaterales del Metaverso
El Metaverso no solo se desarrollará técnicamente, hay circunstancias colaterales que nos llevan a pensar en otros aspectos derivados, por ejemplo:
• Si como se prevé, va a estar tan generalizado su uso, la tecnología de acceso a ese universo deberá ser lo suficientemente asequible para la gran mayoría, de manera que nadie se sienta excluido de vivir la experiencia, y evitar que tal inversión pudiera quedar como algo residual y en un nicho de mercado muy concreto. Por ejemplo, equipos cada vez más potentes y estables, pantallas de TV cada vez más grandes o domótica integrada en la casa de forma generalizada.
• Si lo que se pretende es la máxima integración, los contenidos deberán ser tan amplios que cualquiera se sienta atraído por esta nueva red, para su entretenimiento, sus compras, su estilo de vida. La accesibilidad y la sencillez de uso, la conectividad, la estabilidad del sistema, etc., todo se tendrá en cuenta y todo se desarrollará conjuntamente. ¿Habrá también un Metaverso profundo y oscuro?
• Quien no se integre en esta corriente, quien no tenga su mundo virtual paralelo, ¿podrá llegar a sentir exclusión social?, es decir, los detractores o pasotas del Metaverso, ¿se verán convertidos en parias, raritos y obsoletos?. Es de suponer que cada vez se derivará más actividad diaria a lo virtual, las compras navideñas o los pedidos del supermercado ya los hacemos online, pero, ¿llegará un punto en el que ya no se podrá comprar una barra de pan en la panadería, como hoy es casi imposible mandar una carta con sobre y sello por correo postal?
• Si como está previsto en 10 o 12 años ambos universos, físico y virtual serán parte de nuestras vidas cotidianas, esa integración o salto generacional, no debería replicar los problemas que ya suponen entre el entorno físico y el digital actual para nuestras generaciones más maduras. Evitar los mismos errores de exclusión digital que sufren nuestros mayores hoy, será el reto del Metaverso futuro, ya que las fronteras entre lo físico y lo virtual se diluirán en casi todo lo que hagamos en nuestro día a día.
• Luego está el tema de las identidades y los avatares. Se nos exigirá tal cantidad de datos personales almacenados en la nube para definir y autentificar nuestra identidad virtual, que va a ser complicado sentir algo de intimidad o reserva. Los algoritmos cada vez irán más al detalle, para devolvernos una imagen especular de nosotros mismos muy pulida, reflejo de un mundo paralelo. Lo que me lleva a pensar en los límites morales y éticos. Nuestros comportamientos en el Metaverso ¿serán totalmente independientes o afectarán a nuestro comportamiento real?
• Si el mundo virtual será una experiencia tan inmersiva, no descartemos que haya parte de la población que una vez conectada no lo quiera abandonar. En los puntos de reunión se adoptarán roles muy diferentes a lo que somos, amparados por una identidad oculta. Quizás tengamos que lidiar con patologías nuevas como el ‘síndrome de la desconexión’, o la ‘falsa identidad’.
La literatura y el cine lo imaginaron
El Metaverso quiere ser tan ‘libre’ como el cine, que nos lleva a vivir fantasías sin ataduras de cualquier regla lógica. Me vienen al recuerdo fuentes cinematográficas que más o menos han tocado el trasfondo del Metaverso, desde esa libertad que proporciona la narrativa. Son películas de entretenimiento y ciencia-ficción, que seguro todos conocemos y que al menos nos hacen pensar en cómo actuaríamos si fuésemos los protagonistas transportados a un universo virtual paralelo, del que casi siempre es difícil escapar:
Tron (1982)
Total Recall (1990)
Jumaji (1995)
The Matrix (1999)
Inception (2010)
Blade Runner 2049 (2017)
Ready Player One (2018)
Son algunos ejemplos en los que se plantean límites difusos entre la realidad y lo imaginado, entre lo físico y lo virtual. Sin duda, el desarrollo de este universo alternativo conllevará consecuencias inesperadas sobre el universo de realidad física en el que vivimos. Aunque no creo que tan peliculeras como Hollywood nos muestra.
¿Y tú cómo te lo imaginas?
Jorge González
Director Creativo y Socio de Avance Comunicación