En el mundo de la comunicación y el marketing, esta pregunta genera interesantes debates. Ambas estrategias son esenciales, pero saber cuál priorizar depende de tus objetivos, audiencia y el contexto de tu negocio. En este post te vamos a dar las claves para decidir si debes enfocarte más en tu marca corporativa o en tu marca personal y cómo integrarlas para maximizar resultados.
¿Qué es la marca corporativa?
Como ya sabes, la marca corporativa es la percepción visual, textual y filosófica de una empresa. La definición de la marca corporativa incluye su propósito, su misión, visión y valores, que se concretan en una cultura organizacional y una determinada forma de posicionarse y comunicar su propuesta de valor al mercado. Hay muchos ejemplos de marcas mundialmente conocidas, que se han convertido en auténticos iconos para grandes masas de público.
Sin embargo, no es necesario convertirse en lo que se suele llamar una “love brand”, para experimentar los beneficios que una marca bien trabajada proporciona a los negocios.
Ventajas de potenciar la marca corporativa:
- Ventaja competitiva: Una marca bien posicionada, con una reputación fuerte y ampliamente conocida en su sector, supone una diferenciación clara y una ventaja competitiva frente a su competencia.
- Confianza: Una marca fuerte genera confianza entre los públicos y, por tanto, es una palanca para el propio negocio.
- Legado duradero y valor: La marca trasciende a las personas que trabajan en ella y, además, tiene un valor económico en sí misma, además de permitir una política de precios más ventajosa para la empresa.
Sin embargo, las marcas corporativas, en muchos casos, no cuentan con el factor humano y personal; la cercanía, puesto que, al fin y al cabo, son una representación simbólica.
¿Qué es la marca personal?
La marca personal es la percepción que las personas tienen sobre un individuo. Hoy, gracias a las redes sociales, cualquier profesional puede construir su marca personal y, de esta manera, “humanizar” la marca corporativa y convertirla en mucho más cercana.
Hay grandes ejemplos de directivos, CEOs o fundadores de empresas cuya marca personal está al mismo nivel o, incluso, trasciende a la propia marca corporativa: Elon Musk y Tesla, Richard Branson y Virgin, Bill Gates y Microsoft, Steve Jobs y Apple…
En España, también tenemos ejemplos claros como José Elías con Audax y La Sirena o Ana Patricia Botín y el Banco Santander.
Sin duda, un liderazgo fuerte puede influir en la percepción de la marca corporativa y darle una enorme visibilidad.
Ventajas de potenciar la marca personal:
- Proximidad emocional: Es más fácil conectar con una persona que con una entidad.
- Adaptabilidad: La marca personal puede evolucionar con rapidez en función de nuevas oportunidades. En el caso de la marca corporativa el proceso requiere un rebranding y es mucho más lento.
- Credibilidad inmediata: Expertos bien posicionados atraen confianza y generan leads más rápido.
No obstante, la marca personal depende del tiempo y los recursos del individuo o de su equipo y puede ser vulnerable, si la reputación de la persona se ve dañada por cualquier circunstancia.
¿Qué deberías potenciar?
No hay una única respuesta: depende de factores como tu sector, objetivos estratégicos y recursos disponibles. Aquí te damos algunos criterios para decidir:
Potencia la marca corporativa si:
- Quieres construir una identidad sólida y duradera para tu empresa.
- Buscas atraer talento, socios o inversiones a nivel institucional.
- Tienes un equipo diverso en roles clave que pueda sotener la reputación colectiva.
Potencia la marca personal si:
- Eres emprendedor o freelance y tu experiencia es tu principal activo.
- Buscas diferenciarte como líder de opinión en un nicho específico.
- Tu audiencia prioriza la autenticidad y la cercanía humana.
¿Por qué no combinar ambas?
Las estrategias más exitosas integran la marca corporativa y la personal. Cuando los líderes se posicionan como embajadores de la empresa, logran construir relaciones profundas y, al mismo tiempo, refuerzan los valores de la organización.
Lo ideal es encontrar el equilibrio adecuado entre ambas, para aprovechar al máximo sus beneficios combinados.