El branding es una de las mayores inversiones que hacer en tu empresa. La imagen de tu marca incide directamente en lo atractiva que resulta a los posibles compradores. Si bien el producto y el servicio son importantes, cuidar la reputación de la empresa a través de la marca es fundamental. Te lo explicamos.
¿Por qué es tan importante cuidar la apariencia y estrategia de marca?
Invertir en tu marca y cuidar su imagen te permite atraer más clientes y retener los que ya tienes. Además, una buena estrategia de marca te lleva a desmarcarte de tus competidores y despuntar por encima de ellos. Es una inversión sólida, que puede resucitar un negocio estancado o en pérdidas.
Pero también te ayuda a continuar con la expansión de tu negocio de manera orgánica. No debes dejar de lado que, por muy atractiva que sea tu marca, el producto o servicio que ofrezcas debe respaldarla en todo momento. Lo ideal es suplir las necesidades del cliente, no mostrar una fachada superficial y vacía para esconder un mal producto.
Los beneficios del branding
Las ventajas del branding no pasan desapercibidas. Conocerlas te permitirá decantarte por este tipo de estrategia y empezar a disfrutarlas más pronto que tarde. Tu empresa crecerá y podrás disponer de todo el prestigio acumulado gracias a la confianza que depositarán los clientes.
1. Diferenciarse de la competencia
Para qué negarlo, la competencia en la mayoría de nichos de mercado es feroz y cualquier diferencia llega a ser crucial. Supón que vendes diferentes tipos de pelotas de tenis y que el logo de tu marca es, efectivamente, una pelota. ¿No crees que el resto de marcas van a optar por un logo similar? Esto solo consigue que caigas en una imagen monótona y difícil de individualizar.
Habrá clientes que no encuentren la diferencia entre tu negocio y una tienda similar, ya que vendéis productos parecidos y la puesta en escena es casi igual. Con una buena estrategia conseguirás romper el molde de tu nicho y despuntar por encima de los demás. Revisa en qué te pareces a la competencia y busca alternativas que te ayuden a distanciarte.
2. Mejora la conexión con el público
Las grandes marcas dejan una huella indeleble en la memoria de las personas, tanto que algunas llegan a convertirse en parte de la cultura popular. Un logotipo con un diseño acertado y persuasivo es suficiente como para calar en el público. Un buen ejemplo es Apple, cuyo logo es una sencilla manzana presente en todos y cada uno de sus productos. Pero la mayoría de la población reconoce a Apple con solo ver ese diseño.
Esa conexión te permite estrechar tu vínculo con los clientes y fidelizarlos, en especial si tu marca se convierte en un objeto más del merchandising que pones a disposición de tus clientes. Este es, sin duda, uno de los beneficios del branding más importantes para cualquier empresa.
3. Confianza y solidez
¿Sabías que la función de una marca es generar confianza? A la hora de una compra, los clientes son realmente reacios a pagar por un producto de una marca desconocida, ya que no saben a qué se están exponiendo. Por esta razón, debes transmitir solidez tanto en el producto como en la propia marca. Así, con el tiempo, los clientes confiarán en ti al haber quedado satisfechos.
La experiencia de los compradores contribuirá a extender el prestigio de tu negocio, lo que reforzará su renombre ante posibles nuevos clientes. Además, se crea un círculo virtuoso en el que la marca no para de mejorar su imagen, lo que servirá para aumentar el atractivo. Literalmente, la reputación asociada será suficiente para continuar creciendo.
4. Mejora la respuesta a la publicidad
La eficacia de la publicidad es importante para llegar a un público amplio. Sin embargo, no recibe la misma respuesta una marca poco conocida que una que lo es mucho, o una que no ha invertido en imagen correctamente. Si tu nombre está asociado a sentimientos positivos y a un resultado satisfactorio, la publicidad será mucho más efectiva, ya que habrá una cierta confianza.
En definitiva, el branding contribuye a fortalecer tu negocio, por lo que no puedes permitirte no dedicarle tiempo y recursos. Al fin y al cabo, es suficiente para marcar la diferencia entre un negocio próspero, uno estancado y otro al borde de la quiebra.