En plena crisis sanitaria, con el estado de alerta vigente, cientos de fake news circulando en Internet y la incertidumbre instalada en la población, se hace más necesaria que nunca la información de calidad, el periodismo profesional y la labor de unos medios que comunicación que, en este contexto, deben ser la ventana fiable a través de la cual la sociedad se asoma a la realidad.
Sin embargo, a pesar de ser una de las actividades esenciales e imprescindibles, en esta situación de crisis provocada por el Covid-19, los medios de comunicación viven al borde de un abismo que ya viene amenazando a este sector desde la crisis económica de 2007.
Desde que se inició el confinamiento, se está produciendo una circunstancia completamente contradictoria: por un lado, las audiencias de los medios han crecido exponencialmente, debido a la necesidad de información por parte de los ciudadanos, que buscan respuestas y certidumbres en un momento de inédita inseguridad y, por supuesto, debido al encierro involuntario y a la necesidad de llenar el tiempo. Sin embargo, por otro lado, la inversión publicitaria se ha desplomado debido al parón económico, provocando que algunos medios tengan serias dificultades para mantener sus infraestructuras y coberturas informativas.
Los periodistas, poniendo en riesgo su propia seguridad, continúan realizando su labor de la mejor manera posible, porque, si los sanitarios son los héroes que cuidan de nuestra salud física, los periodistas son los que cuidan de la salud democrática, conectando a los ciudadanos con los hechos.
Todo esto no hace más de constatar el hecho de que el negocio de los medios de comunicación nunca ha sido vender información y/o entretenimiento a sus audiencias, sino vender audiencias a sus anunciantes. Seguramente por eso, los sistemas de pago, suscripción, etc. no llegan a desarrollarse con éxito. Los medios de comunicación tienen que complementar dos vertientes en su actividad: en primer lugar, cumplen un servicio público y hacen realidad el derecho a estar informados, recogido en la Constitución, pero, por otro lado, son empresas que tienen que ser viables desde el punto de vista económico. Ambas vertientes deben convivir de forma equilibrada.
Los medios de comunicación y las empresas que están detrás de ellos deben encontrar soluciones de difícil equilibrio para seguir cumpliendo su función social y mantener su viabilidad empresarial. Las plantillas precarias, sin medios y con malas condiciones laborales solo llevan a un deterioro de la información y, por tanto, a no cumplir su labor social fundamental.
Esta complicada situación solo podrá paliarse con una práctica informativa dirigida a paliar la enorme cantidad de ruido y bulos que circulan habitualmente y en la situación actual, en particular. La salvación del periodismo vendrá, necesariamente, a través de la búsqueda de una información de calidad, contrastada, con la máxima transparencia y veracidad. Quizá el periodismo de datos y la investigación sean la respuesta.
El contenido contrastado y profesional, sin duda, puede atraer a una mayor cantidad de público, ávido de contar con fuentes fiables de información y esas amplias audiencias, una vez que se recobre la normalidad, podrían atraer a los anunciantes, que no pueden permitirse el lujo de perder la visibilidad de sus marcas por mucho tiempo. La cuestión urgente es, en este momento, que los medios consigan aguantar este envite sin zozobrar.
Noelia Perlacia
Socia y DIRCOM Avance Comunicación