Que la publicidad se transforma constantemente es un hecho.
La publicidad se adapta a la sociedad y sus cambios, a sus hábitos de pensamiento y de percepción. Se adapta al modo en el que la sociedad acepta y entiende las nuevas vías de comunicación y los nuevos parámetros que la envuelven. Ambas son influidas la una por la otra.
En los tiempos que corren vamos hacia un camino de simplicidad en las formas para llegar cuanto antes al fondo, lo cual entraña una gran dificultad para conseguir el mejor resultado. Los continuos cambios y evolución social nos llevan a plantearnos la publicidad como una constante persecución de la calidad de vida del individuo, por encima de cualquier otra consideración.
El ritmo de vida frenético de la sociedad ha favorecido limpiar de polvo y paja los contenidos para aclarar los conceptos que envuelven a la publicidad, al servicio de la marca, llevándonos a un camino totalmente nuevo e increíblemente creativo.
Hace décadas no había manera de explicar un producto o una marca sin tener que repasar sus principales características, existía un miedo generalizado a quedarse falto de contenido. Y aun así, siempre había un halo de ambigüedad en torno a si lo que se decía del producto era verdadero y hasta dónde.
Debido en parte a leyes más estrictas en publicidad, que han obligado a ser más cautos y a decir sólo aquello que se puede demostrar; debido también a que cada vez necesitamos procesar más información como individuos y cuanto más rápido mejor para decidirnos por un producto o marca determinados y, por último, debido como no a la competencia del mercado, que hace que el anunciante necesite diferenciarse de los demás para captar adeptos, hemos visto y estamos viendo cómo la tendencia de la publicidad es a eliminar todo aquello que debe ser explicado para ser entendido y centrarnos en la idea de MARCA.
Así hemos eliminado las características del producto, hemos obviado sus beneficios (si los tuviera) y nos hemos lanzado de cabeza a por su esencia convirtiendo la idea en IDEAL.
El individuo necesita calidad de vida. Esa calidad de vida la conseguimos mediante el bienestar y la salud, la posición social, el triunfo personal, la pertenencia a un determinado grupo, la satisfacción, el orgullo, etc. (cada uno puede poner sus valores en el orden que quiera), pero al final se trata de sentirse bien.
La publicidad de hoy en día ofrece eso a través de sensaciones, sentimientos e ideales. Ya no podemos hablar de los ideales de la Marca, sino más bien de la Marca como ideal en sí misma.
Qué lejos queda aquel eslogan de “La chispa de la vida” y cuánto nos han enseñado durante décadas esas cinco palabras encadenadas, acerca del sentido de nuestra profesión y de cómo llegar a nuestro público.
A día de hoy podemos condensar un montón de ideas y conceptos asociados a una marca en una única frase. Pareciera que cualquier cosa se puede publicitar de la misma manera…
Pues sí, cualquier producto o marca se puede publicitar a través de un ideal. Da igual que hablemos de “copos de avena para el desayuno”, que de “un operador de telefonía”, que de “un fabricante de coches”: cada Marca tiene derecho a su ideal, a que el consumidor se sienta atraído y beneficiado por ella. De ahí la dificultad que hay en transmitir tantos valores como sea posible con una única frase y además posicionarse por delante de la competencia.
Me vienen a la cabeza frases representativas que han calado en el subconsciente del público, por lo que el público puede sentir bebiendo tal bebida energética, conduciendo tal coche, calzando tal zapato deportivo, comunicándose con tal operador telefónico… Algunas de ellas cerrando con la propia marca para reforzar el mensaje y otras tan arraigadas, que la palabra se ha sustituido finalmente por el símbolo de la marca:
“La vida cambia con O…….e”, “Red… te da alas” que se han transformado con el tiempo en frases como “Power to you” “Gives your wings”, “Sentirse sano se nota”, “Compartida, la vida es mejor”, “Piensa en verde” “¿Te gusta conducir?”, “Impossible is nothing”, “Think different”, “Das auto”, “Just do it” y un largo etc. de frases para la posteridad.
Nunca tanto se había condensado en tan poco, con tantos beneficios para la marca a través del espejo de los consumidores y sus ideales. Sólo por esto ya merece la pena dedicarse al apasionante mundo de la publicidad ¿no creéis?
Jorge González
Director de Arte